Es innegable que la inteligencia artificial está cada vez más asentada en la sociedad actual y que existen multitud de herramientas impulsadas por esta tecnología al alcance de cualquier usuario. El aprendizaje automático, el procesamiento del lenguaje natural o las redes neuronales son algunas de las ramas especializadas que tratan de replicar en las máquinas los procesos cognitivos humanos. Antes de llegar al momento presente, sin embargo, este campo ha experimentado una evolución larga y compleja desde su concepción original en los años 50 del siglo pasado: por ejemplo, con la creación de las máquinas reactivas, el primer modelo de IA desarrollado.

Características de la IA reactiva
Al ser el tipo de inteligencia artificial más antiguo, es también el más básico y limitado. Su función es simple: ejecutar una acción concreta como reacción ante un estímulo específico. Sus características pueden definirse en función de los siguientes parámetros:
· Memoria: las máquinas reactivas no tienen memoria. Es decir, solo trabajan en el presente, por lo que no almacenan los datos de las interacciones pasadas para utilizarlos en la toma de decisiones futura.
· Aprendizaje: la ausencia de memoria hace que no puedan aprender de la experiencia para mejorar su rendimiento. Su comportamiento se limita a las reglas predefinidas con que se han programado, así que, ante estímulos similares, siempre actúan de la misma manera.
· Respuesta: la IA reactiva toma decisiones en tiempo real que responden al estímulo presente, sin tener en cuenta el contexto o las acciones pasadas. Simplemente, en función de las reglas de las que dispone, elige la respuesta más adecuada de entre todas las opciones posibles.
· Adaptación: la incapacidad de aprender le impide planificar estrategias a largo plazo o adaptarse a situaciones nuevas. Por tanto, no puede ejecutar más tareas que aquellas para las que está configurada.
· Rapidez: trabaja a una gran velocidad, ya que solo procesa los datos presentes. Analiza la situación en tiempo real y ejecuta su respuesta de forma inmediata.
· Eficacia: las máquinas reactivas son dispositivos altamente especializados. Son muy eficientes para realizar tareas específicas, basadas en objetivos claros y reglas definidas.
Funcionamiento de una máquina reactiva
Como se ha mencionado, las máquinas reactivas se programan con reglas de conducta determinadas que relacionan la entrada de ciertos estímulos externos con la generación de respuestas concretas. La información del exterior puede recibirse por diferentes medios (visuales, textuales, auditivos o táctiles, entre otros) según cada máquina. Los datos de entrada se procesan y se comparan entonces con las reglas programadas, lo que permite a la IA tomar una decisión y ejecutar la acción correspondiente.
Para ilustrar el proceso, podemos tomar como ejemplo a la supercomputadora Deep Blue, la icónica máquina reactiva cuya segunda versión venció al campeón de ajedrez Garry Kasparov en 1997. La base de datos de Deep Blue se programó a partir de todos los movimientos, reglas y posiciones posibles en el ajedrez, incluidas líneas de ataque o estrategias de apertura. En este caso, la máquina reaccionaba a la situación en el tablero: ante la posición de las piezas después de la jugada de su contrincante, Deep Blue evaluaba los movimientos posibles (calculaba hasta 200 millones de movimientos por minuto) y elegía la jugada más apropiada.
En el caso de un chatbot simple, otro ejemplo de IA reactiva, los datos de programación son frases o palabras clave que se asocian a respuestas específicas. Por tanto, reacciona al texto introducido por el usuario, lo compara con los patrones de su base de datos hasta encontrar una coincidencia y genera la respuesta predefinida más adecuada.
Aunque tienen una capacidad mucho más limitada que los modelos más avanzados, las máquinas reactivas siguen siendo útiles y fiables. Además, han servido como punto de partida para el desarrollo de sistemas complejos posteriores.telecomunicaciones mancomunada, abierta, libre y neutral.